Alina Vargas-Afanasieva y Yeimy Díaz logran exhibir el resultado de un proceso en el que la pasión y el compromiso son elevados como un estandarte de perfección ante el que no hacen concesiones. Sus imágenes revelan un cuidado por el detalle que hace par con las intenciones discursivas planteadas.  Son hijos de su tiempo que se avocan al ejercicio de una honestidad que apela a nuestra capacidad reflexiva a través de un ambiente estimulante que empuja al mero placer estético.

El musical es una proeza desde el punto de vista técnico, por sus recursos audiovisuales, su escenografía sin precedentes, el juego de iluminación, acertada banda sonora (hecha en vivo).

Desde que se abrió el telón tanto el público adulto como los niños, quedaron fascinados con  la impresionante escenografía y línea gráfica del escenario, creación de Yeimy Díaz.